Luchando contra el Canibalismo Social: Propuesta Anarquista para Transformar Nuestros Barrios

El presente texto es el prólogo de La Rebelión del Matico a el libro «Anarquistas y Radicales contra el canibalismo social en Grecia» por la Editorial Pensamiento y Batalla, lanzado en diciembre del 2023

«El narcotráfico y diversos delitos violentos, como asaltos y homicidios, se convirtieron en la principal preocupación de gran parte de la población chilena. (y) quienes nos denominamos anarquistas y revolucionarios hemos sido impotentes, ya que no hemos podido responder a diversas agresiones que afectan a nuestra clase

La comercialización de drogas duras, como la cocaína, lleva más de 80 años en el país. Sin embargo, durante gran parte de este periodo, el consumo y la comercialización se mantuvieron en círculos específicos. A causa de ello, no llamó mayormente la atención pública hasta mediados de la década de 1980, cuando las drogas duras empezaron a masificarse, principalmente por el ingreso de la pasta base. Con el tiempo, la cocaína también se hizo cada vez más accesible. En 1984, hay registros de comercialización y consumo de pasta en Arica; hacia fines de la década, esta droga ya se había expandido a algunos sectores de la periferia de Santiago. Para 1995, ya se conocían casos en Valdivia.

La pasta base es altamente adictiva y de bajo costo, por lo que su expansión fue más rápida en los sectores populares, convirtiéndose en un grave problema de salud pública y seguridad. Los consumidores, llamados «pasteros», aumentaron, recurriendo a robos en sus propios barrios para obtener recursos y seguir consumiendo. Al mismo tiempo, las disputas por territorios en el mercado de la droga se volvieron más frecuentes y violentas entre bandas dedicadas al tráfico, debido al incremento de ganancias y flujo de dinero.

«Los resultados que provocan estos negocios en la sociedad y que no solo benefician económicamente a los integrantes de las bandas y cárteles, sino que también impulsan la producción de un mercado en un entorno de seguridad y justicia que abarca tanto al Estado como a capitales privados.«

Así, el narcotráfico y diversos delitos violentos, como asaltos y homicidios, se convirtieron en la principal preocupación de gran parte de la población chilena. Ante esto, la mayoría de las personas se limita a pedir soluciones al Estado. Estas peticiones, en general, son de corte policial y penal, lo que es aprovechado por los sectores de la clase dominante para endurecer las medidas represivas y de control sobre la sociedad. Frente a este escenario, quienes nos denominamos anarquistas y revolucionarios hemos sido impotentes, ya que no hemos podido responder a diversas agresiones que afectan a nuestra clase. Una evidencia de esto es que más de la mitad de los barrios urbanos del país cuenta con la presencia de bandas de microtráfico y narcotráfico que poseen un alto poder de fuego, organización y control territorial sobre diversos lugares.

«Algunos afirman que el narcotráfico se expande ante la ausencia del Estado, por lo que hay que fortalecerlo; por el contrario, hay quienes sostienen que el Estado es la cristalización de las relaciones jerárquicas«

Para comprender los problemas de las drogas y los distintos crímenes violentos, no hay que verlos solo como temas morales, sino que hay que posicionarlos en el contexto histórico, social y espacial en que se desarrollan. Estas conductas tienden a surgir como una rama más de la economía capitalista, ya que siguen la misma lógica de producción de valor que cualquier otro negocio. Partiendo de este análisis, se pueden entender los resultados que provocan estos negocios en la sociedad y que no solo benefician económicamente a los integrantes de las bandas y cárteles, sino que también impulsan la producción de un mercado en un entorno de seguridad y justicia que abarca tanto al Estado como a capitales privados. Esto se traduce en la generación de empresas de seguridad, comercio de armas, implementación de guerra, oficinas de abogados, medios de comunicación sensacionalista y cárteles. A todo lo anterior se suma la legitimización del mito del Estado como garante de la seguridad de todos los habitantes. Algunos afirman que el narcotráfico se expande ante la ausencia del Estado, por lo que hay que fortalecerlo; por el contrario, hay quienes sostienen que el Estado es la cristalización de las relaciones jerárquicas y, por ende, es el principal instrumento de mantención de la dominación de clase. Como consecuencia, la estructura del crimen organizado no es más que la externalización de la labor de la dominación estatal en los territorios más marginados.

Ante esta compleja realidad, hace varios meses, la Rebelión del Matico presentó una propuesta para la individualidad de organizaciones anárquicas, sociales, territoriales y revolucionarias diversas para enfrentar el narcotráfico desde la autonomía.

Esta propuesta consta de seis ejes:

  1. La lucha inmediata por la mejora en las condiciones materiales de existencia de nuestra clase, ya que muchas personas se suman al narcotráfico y otras conductas antisociales al no poder satisfacer varias de sus necesidades. Este problema se hará cada vez más grave debido a que la población sobrante por avances de los procesos productivos del capital será cada vez mayor. Entre las acciones de este eje se encuentra la pelea por mejorar el trabajo, tanto salarial como condiciones, la creación de alternativas económicas en los barrios, como diversas cooperativas, y finalmente, la mejora de infraestructura urbana.
  2. El fortalecimiento de las organizaciones sociales y territoriales existentes y la creación de nuevas en lugares donde no existan. Las organizaciones deben desarrollar la capacidad de autodefensa y control territorial.
  3. El desarrollo de instancias educativas, deportivas y culturales en las que se fomente el apoyo mutuo y el sentimiento comunitario por encima de la competición.
  4. La creación de redes comunitarias de salud mental que sirvan de ayuda ante los cada vez mayores niveles de problemas emocionales y mentales que afectan a la mayoría de la población. Desarrollo de programas comunitarios de rehabilitación de adicciones.
  5. Diversificación y mayor accesibilidad a las alternativas de ocio y entretenimiento.
  6. Dejar de financiar a traficantes, no ser su cliente, ¡no comprarles!

El canibalismo social, a nivel social, hace referencia a las conductas y actitudes violentas que suceden en los barrios, ejercidas por oprimidos hacia otros oprimidos.

Esta propuesta no es la primera ni la última respecto al tema, ya que diversas iniciativas surgen en diferentes lugares del planeta. Es un problema que afecta cada vez más fuerte a todos los territorios, y hace años se viene reflexionando. En este mismo contexto se enmarca el presente libro, que corresponde a un dossier que recopila comunicados y textos sobre la lucha en contra del canibalismo social llevada adelante por organizaciones anarquistas y comunista del barrio Exarcheia, ubicado en la capital de Grecia, entre los años 2016-2019. Este libro nos da una pincelada de la realidad que se vivió durante tres años en Exarcheia, sirviendo para reflexionar y comprender la temática que nos debe ayudar a financiar nuestra práctica. A pesar de las grandes diferencias que pueden existir entre el contexto griego y el chileno, la causa del problema es la misma: el modo económico imperante. Si bien la teoría y la práctica son indispensables para este análisis, se separarán para intentar señalar cuáles son los mayores aportes a considerar en el dossier. Primero, indicaremos cuáles son los aportes en cuanto a las ideas y luego, con respecto a las prácticas concretas.

En cuanto a los aportes de las ideas, estos son indispensablemente tres: primero, el concepto de Canibalismo Social; segundo, la separabilidad de la lucha contra el canibalismo social de la lucha contra el capitalismo; y tercero, la presentación de diferencias y tensiones entre grupos e individualidades en Exarcheia en torno a distintos elementos.

El canibalismo social, a nivel social, hace referencia a las conductas y actitudes violentas que suceden en los barrios, ejercidas por oprimidos hacia otros oprimidos. Entre estas conductas se encuentran el tráfico de drogas, los robos, los asaltos, las peleas provocadas por el deseo de demostrar quién es el más fuerte o tiene más prestigio en ciertos lugares, la violencia sexual y de género, además de actitudes egoístas que resaltan la competición y el «sálvese quien pueda». En otras palabras, el canibalismo social es la aplicación de las lógicas capitalistas en las relaciones interpersonales en nuestros barrios; es la imposición del más fuerte. Este concepto nos permite posicionar y evaluar dichas conductas y actitudes en un contexto sociohistórico, delimitando el problema de una manera mucho mejor que los conceptos de delito y/o crimen, que suelen usarse en Chile y que provienen directamente de la burguesía en base a su sistema de derecho. Aunque el segundo se pueda resignificar, siempre se mantiene cierto grado de ambigüedad, y la mayor parte de la gente entiende bajo la economía legal y legal, por tanto, la última palabra la tiene la burguesía y el estado. En cambio, el concepto de canibalismo social no tiene relación con dicha dicotomía y deja claro que el origen de las conductas violentas en los barrios es provocado directamente por el desarrollo del capitalismo y no por condiciones netamente individuales.

En cuanto a la inseparabilidad de la lucha contra el canibalismo social de la lucha contra el capitalismo, lxs compañerxs remarcan más de una vez que el canibalismo social es una consecuencia del capitalismo. Por ende, no sirve luchar puramente por los barrios sin abordar las conductas caníbales, ya que al mantener la causa primordial, los mismos problemas surgirían una y otra vez. Las luchas de este tipo solo servirían de maquillaje para alimentar discursos obsoletos. Por tanto, la lucha contra el canibalismo social debe marcarse como la estrategia de la lucha mayor.

Finalmente, en cuanto a la idea de destacar que se da un vistazo a muchas diferencias y tensiones entre los anti-autoritarios, como la división en torno a la marihuana o si se debe hacer propaganda política en ciertos espacios de solidaridad, o si se debe privilegiar la ayuda a ciertos grupos sobre otros.

En lo que respecta a las prácticas concretas, el dossier nos aporta una descripción de acciones que forman parte del repertorio de la lucha de los compañeros, como marchas y concentraciones contra las bandas de traficantes, el ataque y ajusticiamiento de algunos mafiosos, la ocupación de espacios públicos en base a estructuras autoorganizadas que resuelven necesidades de la población, tales como comedores populares, centros de salud y centros sociales, actividades infantiles y ocupaciones habitacionales, y la articulación entre las organizaciones que levantan estas múltiples instancias.

Estas acciones se desarrollan en una dirección que apunta en el mismo sentido de la propuesta de seis ejes que realizamos y demuestran la factibilidad de algunas. Sin embargo, existen limitaciones en la capacidad de acción local, como el hecho de que se puede eliminar el tráfico de un territorio, pero ante la vacancia de un nicho de negocio, otro traficante llega al mismo sector, y pareciera que es un problema de nunca acabar.

A pesar de todo, este libro nos llama a la acción y a no desanimarnos, a desarrollar y articular nuestra fuerza para enfrentar formas de dominación. Ante la resignación e impotencia que nos puede llevar a considerar cualquier cambio como un imposible, el llamado es a fortalecer la confianza y el compromiso en nosotros mismos y en nuestros compañeros.

La Rebelión del Matico

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