[PDF] Los anarquistas y los Soviet, VVAA

Asamblea en la fábrica Putilov de Petrogrado. En el cartel de la izquierda se lee “¡Viva la III Internacional!” y en de la derecha se alcanza a ver “[…] de la fábrica Putilov”.
Imagen extraída del libro «A cien años de la Revolución Rusa. De los sóviets libres, a la restauración del privilegio» Frank Mintz (2017). Página 102

Presentación, Alexandre Skida

La historia oficial del movimiento obrero y revolucionario se basa en una cierta mitología, vinculada al dogmatismo e inmovilismo ideológico de la mayor parte de los grupos, partidos u organizaciones que se supone que representan dicho movimiento. Así ocurre con el papel desempeñado por el Partido Bolchevique en la revolución rusa de 1917; muchos creen o, demasiadas veces, quieren creer, que esta gran conmoción social, el mayor hecho revolucionario de nuestro siglo hasta el presente, debió únicamente a la instigación y a la acción elaborada y consecuente de los bolcheviques. Y, sin embargo, fue a través de las jornadas insurrecciónales de febrero y julio de 1917, y con la creación, en la misma época de toda una red de comités de fábrica y de soviets de obreros, campesinos y soldados, cómo la voluntad revolucionaria de las masas se afirmó espontáneamente de manera decisiva.

Los anarquistas fueron de los pocos que propagaron y actuaron en favor de la revolución social antes de octubre de 1917, cuando todos los demás partidos “revolucionarios”, bolchevique incluido, limitaban sus ambiciones a la instauración de una república democrático-burguesa. Sólo cuando Lenin obligó al Comité Central a aceptar sus tesis de abril los bolcheviques se identificaron repentinamente con la voluntad radicalizadora de los trabajadores y adoptaron las consignas libertarias de “Todo el poder a los soviets” – “La tierra a los campesinos, la fábrica a los obreros” gracias a las cuales alcanzaron el poder.

El monopolio bolchevique que cubre esta época apenas comienza a levantarse; ahora se descubre lo que entonces no se quería ver; se pasaban por alto multitud de cosas, consideradas como incidentes del camino o como errores momentáneos; de todos modos, todo quedaba justificado por el sacrosanto principio del “devenir histórico”. Los acontecimientos han mostrado posteriormente cuánta tragedia contenía esta abdicación de la crítica revolucionaria.

La reciente aparición de diferentes obras ha reclamado la atención sobre la participación activa de algunos anarquistas en la revolución rusa. Después del fracaso de la revolución social, y en especial de sus últimos intentos insurrecciónales: la Machnovchina en Ucrania (1918-1921), y la Comuna de Kronstadt (marzo de 1921), unos pocos supervivientes consiguieron llegar al extranjero, donde esforzaron a continuación en dar a conocer sus experiencias y en extraer las lecciones de su fracaso.

En este contexto se sitúan los artículos y estudios de aquí presentamos. Es indiscutible que aportan, por una parte, una nueva luz sobre el proceso revolucionario de la revolución rusa, y una importante contribución a la teoría y práctica de una real autogestión de los trabajadores, por otra. Es evidente que estos textos no bastan para dar una visión global de la influencia libertaria o de la crítica proletaria de la revolución rusa; constituyen unos pocos elementos de comprensión su conocimiento de las experiencias revolucionarias pasadas, a fin de poder actuar mejor en la realidad actual.

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